
Y me caí,
para hacerme de nuevo,
deje correr los dias
y pasarón tantos vientos...
Abandone la vida
para esconder las heridas del infierno,
pero el corazón salvaje y hambriento,
siguió su pelea todo el tiempo.
Me perdí en laberintos
esos donde habitan todos los deseos,
los placeres oscuros
y tantos otros miedos.
Pero el, testarudo,
siguió y siguió latiendo,
pidiendo me lo suyo,
pidiendo me lo nuestro...
Un corazón con rabia
me saca de mi encierro,
me enfrenta con la vida,
y de la mano... me levanta de nuevo.
2 comentarios:
Querida amiga:
Que ese corazón rabioso sea el motivo de lucha, de esfuerzo, de dar y recibir y que en su latir, sea capaz de conjugar tan bellos versos.-
Un abrazo:
Antonio
Una preciosidad de poema.
Después de los malos vientos
siempre amaina y ese corazón
volverá a la vida.
Un gran abrazo
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