
Dueña por fin de mis pasos
de mis huellas,
de mi llanto,
de mi risa,
Dueña de mi silencio,
de mis nostalgias,
de mis tristes alegrías,
de mi cansancio.
Dueña de mis errores
de mis aciertos,
de todos y cada uno
de mis presentimientos.
Y sobre todo
dueña de mi ruido
también
de mi silencio.